Bogotá es una ciudad con una tradición futbolera histórica, los cachacos chirriados asistían al Campin con sus mejores trajes (con sombrero, sus abrigos para el frio y el paraguas) a ver a su equipo.
En 1957 escribió Ramiro Andrade (en la revista Bogotá D.E.):
El fútbol es otro deporte que ha calado hondo en el gusto de
los habitantes de la ciudad descubierta por la aventura genial
de don Gonzalo Jiménez de Quesada. Las tardes
domingueras de fútbol en el estadio de El Campín son inolvidables.
Un público fanático, acostumbrado a espectáculos
de primera categoría, rompe sus diques emocionales para
vivar a sus partidarios. De vez en cuando, en los grandes
clásicos, los cohetes estallan en homenaje a una jugada
afortunada, y la tarde toda es un formidable espectáculo de
emoción deportiva.
(Ramiro Andrade)
Para la prensa internacional el mejor equipo del mundo de la época y sin duda el mejor espectáculo: El Dorado. No creo que podamos ver tanta pureza en el fútbol como la de aquellos tiempos: juego fuerte y de choque, jugadores que en los 15 del medio tiempo fumaban sus cigarros en la banca, cabeceadores que mandaban sus frentes a pelotas de cuero peligrosas.
Han pasado 53 años, y en Bogotá los rolos seguimos afiebrados y enloquecidos por el fútbol porque a pesar de los años las tardes en el Campin siguen siendo inolvidables. Poco a poco y debido a la televisación de los partidos la tradición del domingo se ha perdido. Así es vivimos en una metrópolis adicta al fútbol, al Embajador a los Millonarios.
Orgullosamente Millonarios y Bogotanos!