Bastante se ha difundido sobre lo
ocurrido el fin de semana en Medellín, durante la final de la Copa Colombia
2013. Noticias de heridos, del ataque al bus de los jugadores, del general de
la policía metropolitana riéndose diciendo que el operativo fue un éxito, el Secretario
de Gobierno de Bogotá (ahora sí) preocupado por los derechos vulnerados de los
bogotanos… etc. Pero una cosa fue lo que se vivió en la cancha y vieron todos
los colombianos a través del televisor y otra la que los hinchas de Millonarios,
aproximadamente 300, vivimos en la ciudad más peligrosa del país.
De la información que hay en la
red hay una nota publicada en LosMillonarios.net que cuenta la experiencia durante
el día de la final, la represión de la que fuimos víctimas no tiene precedentes
y decir esto en el contexto futbolero es ya bastante preocupante.
La hinchada de Millonarios
demostró que llega a donde sea, no nos vencieron las amenazas de muerte, ni el
derecho de admisión de la alcaldía del municipio, ni el veto ejercido por la policía
ni el cierre de fronteras que se le imponen a los colombianos dentro del
territorio nacional, allá estuvimos llegamos e intentamos ingresar a ver al
equipo.
La forma en la que las
autoridades pusieron en riesgo de muerte a 300 personas no puede ser un
operativo policial efectivo, tras el agrupamiento de los principales grupos de
Millos en las afueras del hotel se presentó la policía nacional y el ESMAD,
quienes aseguraron a las personas que serían trasladadas al estadio para
presenciar el partido. Con este argumento recogieron en camiones a los hinchas,
en esos mismos camiones donde en el territorio nacional el ejercitó engaña jóvenes
con falsas promesas de trabajo para asesinarlos y hacerlos pasar como
guerrilleros, a pesar de la negativa de los hinchas fueron obligados a subir.
Otros tantos pudieron llegar por sus propios métodos al estadio y allí fueron víctimas
de la represión policial y del ataque de los sureños que en redes sociales pregonan
vivir el futbol en paz. A quienes fueron en camiones los llevaron hasta la estación
de policía, allí fueron detenidos ilegalmente casi que podríamos hablar de una
tentativa de secuestro por parte de la policía de medellin, que sin argumentos
detuvo por más de dos horas al grupo de hinchas, posteriormente los dejaron en un parque que es frecuentado por habitantes de
calle y ahí fueron cercados por el ESMAD mientras la hora del partido se
acercaba. La policía entonces determinó que la mejor opción que tenían era la
de romper las boletas de los hinchas para asegurar que no iban a ingresar al Atanasio
Girardot, este tipo de comportamientos también fueron señalados por el general
de la policía metropolitana como un ÉXITO de sus subalternos…
Durante las horas previas al
partido decenas de hinchas iban llegando a la estación de policía con heridas
de arma blanca y golpes, víctimas de la xenofobia de una ciudad, porque lo que
se vivió en medellín no fue un tema exclusivo de barras, fue toda una ciudad
desde sus instituciones (alcaldía, secretaria de gobierno, policía) hasta sus
ciudadanos pertenecientes o no a la barra los del sur los que agredieron o
callaron frente a los hechos ocurridos.
Según la alcaldía de Medellín los
temas se trataran en la “mesa de Convivencia del futbol” espacio totalmente cooptado por la barra los
del sur, donde las instituciones terminan haciendo caso a las determinaciones
que las barras paisas exigen, de lo contrario terminan amenazándolos con tomar
medidas de hecho lo cual asusta completamente a la alcaldía y la policía, que
son incapaces de ponerle freno a esas mafias de delincuentes que dicen ser hinchas. En parte esto explica por qué eran
los integrantes de esta barra (los del sur) quienes en las entradas de los
filtros el pasado domingo decidían que personas ingresaban y quienes no, su
forma de acción era avisar a la policía tras golpear y humillar a los hinchas
que no portaban los distintivos del equipo paisa. Así fueron apuñalados cerca
de 30 hinchas de Millonarios, tratando de ingresar con su boleta y sin generar algún
tipo de inconveniente con nadie más, frente a la policía nacional que no tenía
posibilidad (o voluntad) de controlar a los grupos organizados de sureños que
atacaron sistemáticamente a quienes ellos consideraban del equipo contrario.
Fue lamentable lo ocurrido en la
ciudad, la situación de alto riesgo a la que las autoridades paisas sometieron
a los hinchas de Millonarios es realmente alarmante, no es posible que las
mismas instituciones que tienen como objetivo proteger a la población (a TODA y
no solo a la de su ciudad) hayan arriesgado la vida de los/las jóvenes
Millonarios, no hay lógica alguna que permita entender por qué se desarrollaron
de esa forma los operativos. No puede ser que el funcionario de la alcaldía municipal
afirme que los ataques y la vulneración de nuestros derechos se dieran por “culpa
nuestra”, no señor, eso es lo mismo que creer que a las mujeres víctimas de
violación se les debe responsabilizar por su desgracia.
Fuimos más los hinchas que
estuvimos en la loma que los paisas que vinieron a Bogotá el partido inicial,
no olviden eso, mientras ustedes aceptan las restricciones y públicamente dijeron
que no iban a venir nosotros estuvimos allá en contra de toda una ciudad que
nos odia a muerte. Una vez más esta opinión se cierra hablando de las
consecuencias que todas esas medidas tienen sobre el imaginario de la barra, no
esperen que las cosas estén normales y pasen como si nada, nos sentimos
agredidos y humillados por esa mal llamada ciudad, así que las consecuencias están
por venir en parte porque las medidas de hecho en este contexto son más
efectivas que las soluciones participativas y concertadas, y si no pregúntele a
la policía y a la alcaldía de medellin.